Estado Pirata Tsel
es una ciudad autónoma bajo la protección de Oret, pero con sus propias
leyes y tradiciones. Con una población de alrededor de 1.853 habitantes,
aunque fluctúa constantemente debido al tráfico de piratas, mercenarios y
exiliados. Todos son combatientes si la situación lo exige. El Gobernante
es Orth el Semielfo, un misterioso mago que ha reinado durante más de un
milenio. Nadie conoce sus orígenes, pero su poder es incuestionable.
Orth es el Primer consejero del gobierno de Oret, lo que convierte a Tsel en la segunda ciudad más influyente del Estado Pirata.
Sirve
como base de operaciones navales y refugio para piratas perseguidos. Se
sustenta del contrabando, la venta de artefactos mágicos y el saqueo.
Leyenda Urbana: Bajo la ciudad hay una cripta donde Orth conversa con los fundadores muertos de Oret.
"En
Tsel, las paredes tienen oídos... y a veces, ojos." — Advertencia pirata.
El Legado de los Tres
En Oret, las
tres dagas de los fundadores no son solo reliquias; son símbolos de un poder
forjado en sangre y tormenta. Cada una lleva las marcas de su dueño original:
la empuñadura de hueso negro de Borathör, tallada con runas que nadie ha
descifrado por completo; la hoja carmesí de Teldûmeir, forjada con un metal que
no se encuentra en ningún reino conocido; y la daga de Orthäel, ligera como una
pluma pero imposible de romper, cubierta de inscripciones en un idioma que
susurra cuando el viento golpea.
Estas dagas
son usadas por el Consejo Pirata en una ceremonia solemne para jurar a los
nuevos capitanes, un recordatorio constante del sacrificio y la brutalidad que
construyeron Oret. Los capitanes que sostienen las tres dagas afirman sentir un
frío sobrenatural recorriendo sus venas, como si los espíritus de los
fundadores observaran, evaluando si el elegido es digno de portar el legado.
Los
Fantasmas de los Tres
La leyenda
dice que los espíritus de Borathör, Teldûmeir y Orthäel vagan por la isla, pero
no se aparecen a cualquiera. Solo quienes muestran la capacidad de gobernar
Oret mejor que ellos pueden presenciar su aparición. Estas apariciones no son
encuentros pacíficos. Los tres fundadores no ceden su legado fácilmente; se dice
que enfrentan a los aspirantes con pruebas imposibles, retos que exploran no
solo la fuerza, sino también la astucia, la lealtad y el entendimiento de los
oscuros secretos de la isla.
Aunque nadie
ha regresado para contarlo con certeza, algunos han asegurado haber visto
siluetas entre la bruma: un coloso cubierto de cicatrices, un hombre envuelto
en un resplandor rojo, y una figura cuyos rasgos parecen cambiar cada vez que
se le intenta mirar directamente.
"Nuestros
Monstruos"
Los piratas
de Oret a menudo murmuran una frase que encapsula el respeto y el miedo hacia
sus fundadores: "Los tres eran monstruos... pero eran nuestros
monstruos." Esta frase, nacida del conocimiento de sus actos brutales,
refleja una aceptación de su oscura herencia. Sin Borathör, Oret habría caído
en el caos; sin Teldûmeir, se habría autodestruido; y sin Orthäel, los poderes
del mar habrían reclamado la isla mucho antes de que pudiera prosperar.
Un Último
Secreto
Hay quienes
creen que las tres dagas son la clave para un tesoro aún mayor. Según una
leyenda perdida, las hojas deben clavarse en un altar oculto en lo más profundo
de las cuevas de la isla. Si se hace bajo la luna llena y con la intención
correcta, los espíritus de los fundadores revelarán el verdadero propósito de
Oret, un secreto que incluso los piratas más antiguos prefieren no mencionar.
Algunos dicen que podría ser un arma contra los dioses; otros, que es el precio
que pagaron los fundadores para proteger la isla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario