Lirion y Alanna, la historia del primer semielfo
Durante la primera
edad, en un mundo donde los elfos y los humanos vivían en un equilibrio
precario, nació una historia de amor que desafiaría todos los prejuicios y
cambiaría el curso de la historia de Beldar.
El nombre del joven elfo era Lirion, un ser de innegable belleza y talento. Como descendiente de los grandes héroes de la antigüedad, estaba profundamente arraigado en las tradiciones de su pueblo. Era un defensor apasionado de la supremacía élfica. La humana que robó su corazón se llamaba Alanna, una mujer igualmente, hermosa que había crecido al borde del bosque élfico. Con una curiosidad innata y una fascinación por la magia y las leyendas de los elfos, se aventuraba en el bosque siempre que podía.
El día en que sus destinos se cruzaron, ambos se encontraban en el bosque, él cazando, ella recolectando bayas. Sus miradas se entrelazaron en un momento mágico que detuvo el tiempo. La conexión fue instantánea y profunda, y durante horas compartieron historias y sueños, descubriendo que tenían más en común de lo que jamás hubieran imaginado.
Lo que comenzó como una amistad platónica evolucionó con el tiempo. Lirion y Alanna no podían negar que se estaban enamorando, a pesar de que sabían que su amor era una transgresión que traería graves consecuencias si se descubría. Cada encuentro secreto, cada mirada furtiva, fortalecía el lazo que compartían.
El peligro acechaba, y cuando un grupo de elfos descubrió su amor prohibido, la ira y el miedo llevaron a un veredicto severo. Lirion fue condenado al exilio eterno, y Alanna, expulsada del bosque, nunca más podría regresar. Con lágrimas en los ojos, se despidieron, pero juraron amor eterno.
A pesar de la separación, su amor perduró a través de las generaciones y se convirtió en una leyenda que se transmitió por Beldar.
Alanna se instaló en una aldea humana y dio a luz al hijo de Lirion, un niño medio elfo llamado Aedan. Aedan creció en una familia humana amorosa, pero siempre se sintió diferente. Su innata habilidad para la magia, su agilidad y velocidad sobrenaturales no eran comunes en los humanos.
Aedan se sentía atraído por el bosque élfico, y su espíritu explorador lo llevó a explorar los secretos del bosque. Con el tiempo, se convirtió en un hábil arquero y un astuto guerrero, luchando contra las fuerzas oscuras que amenazaban Beldar.
A medida que se aventuraba más profundo en el bosque, fue aceptado por los elfos, quienes admiraron su valía. Algunos incluso lo consideraban un héroe. Aedan se convirtió en un líder entre los semielfos, abogando por la paz entre las razas de Beldar.
Su legado perduró a lo largo de las generaciones. Aedan nunca se casó, dedicando su vida a la defensa y protección de su pueblo y la naturaleza de Beldar. Su espíritu se fusionó con el bosque que amaba, y su historia se convirtió en una leyenda que se transmitió a través de los tiempos.
Además de su legado, se decía que Aedan mantuvo un diario detallado de sus viajes, aventuras y descubrimientos en el bosque élfico, el cual se convirtió en una especie de registro histórico para su pueblo. Este diario fue considerado una fuente de sabiduría y poder.
Aedan también creó varios hechizos y encantamientos utilizados para proteger el bosque élfico. Si bien estos no se registraron en un libro, se transmitieron de generación en generación, convirtiéndose en una parte esencial de la cultura semielfa.
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