Campaña "El despertar de los Dragones" Capítulo I parte 2

 

Capítulo I "El principio"

A la caza de los lobos


El bosque se extendía majestuoso ante Weedman, Gandar, Dhulk, Alma y Azael mientras seguían el enigmático rastro de los lobos de Wusen. A medida que avanzaban, comenzaron a percatarse de algo verdaderamente excepcional en el comportamiento de la manada. Los lobos parecían más grandes de lo que las historias sugerían, sus pelajes eran un manto espeso y sus ojos destellaban con una inteligencia que trascendía lo natural. Las tácticas de caza de los lobos también resultaban inusualmente organizadas y agresivas, lo que suscitaba cuestionamientos profundos sobre lo que estaba realmente aconteciendo en aquel bosque ancestral.

Una tensión palpable impregnaba el aire mientras nuestros aventureros se acercaban sigilosamente a la guarida de los lobos, una hondonada oculta en lo más profundo del bosque. Allí, la manada se congregaba en torno a su lobo alfa, una criatura imponente cuya majestuosidad rivalizaba con la de cualquier bestia legendaria. Este lobo alfa parecía dirigirlos con una inteligencia que desafiaba las expectativas de un simple lobo, agregando un aura de misterio a la situación que los envolvía.

La confrontación era inevitable. Los lobos de Wusen se lanzaron al ataque con una ferocidad indomable, rodeando a nuestros aventureros. Gandar y Dhulk, verdaderos maestros del combate, se enfrentaron valerosamente a varios de ellos al mismo tiempo, blandiendo sus armas con destreza asombrosa. Alma y Azael, en cambio, desplegaron sus habilidades mágicas para erigir una barrera protectora y atacar desde la distancia, respectivamente. La batalla comenzó ferozmente, con colmillos y garras chocando contra espadas y escudos en un torbellino de acción.

Weedman, su corazón latiendo con fuerza y sus manos temblorosas, se negó a permitir que sus supersticiones lo paralizaran. Con coraje, se colocó en el epicentro de la refriega y comenzó a tocar una canción. La melodía fluyó de su laúd de ébano y llenó el aire, resonando en la vastedad del bosque. A pesar del caos que lo rodeaba, Weedman se sumió en su música, concentrándose en cada nota, en cada acorde, en cada palabra.

La canción de Weedman se convirtió en una plegaria silenciosa que buscaba calmar el conflicto. Mientras tocaba, cerró los ojos y se dejó llevar por la magia de la música. Poco a poco, la magia comenzó a surtir efecto. Los lobos dejaron de luchar y sus posturas se relajaron. El lobo alfa, con sus ojos dorados, mostró signos de serenidad. Parecía como si la música de Weedman tocara una fibra sensible en su corazón, evocando recuerdos de un pasado en el que la paz y la armonía reinaban en el bosque.

La melodía de Weedman se extendió por el campo de batalla, alcanzando los oídos de cada lobo y llegando a sus almas. Uno a uno, los lobos abandonaron su agresión y se retiraron, influenciados por la música que resonaba en lo más profundo de sus seres. La astucia y la ferocidad que los caracterizaba se desvanecieron, revelando criaturas que anhelaban la paz y la conexión con la naturaleza. Se sentaron en el suelo, algunos incluso cerraron los ojos como si estuvieran disfrutando de la música.

Nuestros aventureros se sintieron conmovidos por esta experiencia trascendental. Habían descubierto que la música tenía un poder mucho más profundo de lo que jamás habían imaginado. Weedman había tocado los corazones de los lobos y los había liberado de la ira y la agresión que los habían impulsado. La amistad y la música habían prevalecido sobre la violencia.

El lobo alfa, ahora calmado, se acercó a Weedman con una mirada de agradecimiento en sus ojos dorados antes de liderar a su manada de vuelta a la profundidad del bosque.

Regresaron a Freyshell con un nuevo entendimiento de la magia de la música y la importancia de preservar el equilibrio natural del mundo. La leyenda de Weedman y su poderosa música se extendió aún más, convirtiéndolo en una figura aún más querida y respetada en las tierras de Beldar y más allá. Su amistad y aventuras con Gandar, Dhulk, Alma y Azael continuarían, forjando un vínculo eterno entre ellos y dejando huellas de armonía y valentía a su paso por cada rincón del mundo. Habían aprendido que incluso en la oscuridad, la música podía encender la luz que guía el camino hacia un futuro mejor.

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