Zephyra, la Alada Susurrante
Zephyra, la Alada
Susurrante, surcó los cielos con gracia y majestuosidad desde el día de su
nacimiento en los Altos Cielos de Beldar. Su llegada fue presagiada por la
suave brisa que acarició las copas de los árboles y el canto armonioso de los
pájaros que celebraron su llegada. Las nubes tejieron patrones en el cielo,
anticipando su presencia como una bendición divina.
Desde su
infancia, Zephyra demostró un dominio asombroso sobre los vientos y las
corrientes de aire. Su aliento, en lugar de desatar tormentas feroces, llevaba
consigo la dulce fragancia de las flores y la frescura de la brisa. Los elfos
oscuros que habitaban las regiones elevadas de Beldar la consideraban como la
protectora de los cielos y la armonía en la naturaleza.
La historia de
Zephyra está vinculada a la creación de los Altos Cielos, donde su esencia se
mezcla con los vientos eternos que cruzan esas alturas. Su guarida se encuentra
en los picos más elevados de las montañas, donde las nubes se arremolinan en
torno a un palacio celeste que parece flotar entre los cielos y la tierra.
Los elfos oscuros
realizan peregrinaciones a los Altos Cielos para rendir homenaje a Zephyra,
buscando su favor para obtener vientos propicios en sus viajes o para calmar
tormentas violentas. Se dice que aquellos que son agraciados por la Alada
Susurrante son bendecidos con la gracia y la ligereza de los vientos.
La conexión de
Zephyra con la esencia misma del aire ha inspirado a poetas y artistas a lo
largo de las eras. Las leyendas cuentan que su canto, suave como la brisa,
puede ser escuchado en las noches claras de luna llena, elevando los corazones
de quienes lo escuchan.
La Alada
Susurrante se ha convertido en una figura venerada en las tradiciones elfas
oscuras, simbolizando la armonía entre los elementos y la gracia en la
naturaleza. La leyenda de Zephyra trasciende las fronteras de Beldar, siendo
reconocida como un símbolo de la belleza y la serenidad que se encuentra en la
interconexión de la tierra y el cielo.
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