Naorg'beel
El demonio
Naorg'beel, conocido como el demonio de la sangre, tiene un origen oscuro y
siniestro relacionado con rituales arcanos y un deseo insaciable de poder y
dominio sobre la vida misma. Hace eones, antes de la primera edad de Beldar,
Naorg'beel no era un demonio, sino un hechicero ambicioso y despiadado. Este
hechicero, cuyo nombre se ha perdido en la niebla del tiempo, se obsesionó con
el concepto de la inmortalidad y el control sobre la vida y la muerte. Anhelaba
poderes que trascendieran las limitaciones de la magia convencional y ansiaba
la capacidad de manipular la sangre, la esencia misma de la vida.
En su búsqueda
de estos poderes, el hechicero realizó una serie de rituales prohibidos y
oscuros, invocando entidades demoníacas en su afán de obtener conocimientos
arcanos prohibidos. Fue en uno de estos rituales que se encontró con un antiguo
demonio de la sangre, un ser siniestro y sediento de poder que gobernaba sobre
la esencia vital.
El hechicero,
seducido por el poder y el conocimiento que el demonio de la sangre prometía,
selló un pacto oscuro con él. A cambio de su alma y su transformación en un ser
demoníaco, el hechicero obtuvo los poderes que anhelaba. Su cuerpo se retorció
y mutó, su piel se volvió pálida y sus ojos adoptaron un tono carmesí.
Así nació el
demonio Naorg'beel, una entidad sedienta de sangre y poder, cuyo ser estaba
vinculado a la manipulación de la sangre y la esencia vital de las criaturas
vivas. Con su capacidad para drenar la sangre y debilitar a sus víctimas,
Naorg'beel se convirtió en un ser aterrador y sanguinario en los abismos
demoníacos. Derroto al demonio que le dio su ponder y ocupó su puesto como demonio
de la sangre. Hizo olvidar su nombre y muy pocos conocen la existencia de un
demonio de la sangre antes de Naorg'beel.
Desde entonces,
Naorg'beel deambula por los oscuros rincones del plano demoníaco, persiguiendo
su insaciable sed de sangre y poder. Su origen como un hechicero mortal que
sacrificó su humanidad en su búsqueda de dominio sobre la vida y la muerte lo
convierte en una figura ominosa y temida entre los demonios, representando la
corrupción y la obsesión por el poder.
Naorg'beel, el
demonio de la sangre, emerge de las sombras del plano demoníaco como una figura
grotesca y aterradora. Su apariencia está marcada por la oscuridad y la sed de
sangre, reflejando su despiadada naturaleza y su insaciable anhelo de poder
sobre la vida misma.
Su cuerpo
retorcido y deforme está cubierto por una piel pálida y viscosa, como si
estuviera empapada en la esencia misma de la sangre. Largas garras afiladas se
extienden desde sus manos, listas para desgarrar y despojar a sus víctimas de
su vitalidad. Sus ojos, de un intenso color carmesí, arden con una sed de
sangre insaciable, y su mirada penetra en el alma de aquellos que tienen la
desgracia de encontrarse con ella.
Una capa de
sombras y niebla oscura lo envuelve, ocultando su forma exacta y generando una
sensación de terror y malestar a su alrededor. Su presencia está acompañada por
un aura de oscuridad y muerte, que emana un olor metálico y nauseabundo que se
adhiere al aire y penetra en los sentidos.
A medida que se
mueve, deja tras de sí un rastro de sombras y oscuridad, como si estuviera
envuelto en un manto de oscuridad perpetua. Cada paso que da parece resonar con
el latido de un corazón oscuro y retorcido, alimentado por la esencia misma de
la sangre y la vida que ha consumido.
En resumen,
Naorg'beel es una manifestación de la oscuridad y la sed de sangre, una entidad
demoníaca cuya apariencia grotesca y aterradora refleja su obsesión por el
poder sobre la vida y la muerte. Su presencia en los abismos demoníacos es una
constante amenaza para todos aquellos que se atreven a cruzar su camino,
representando la corrupción y la depravación que se ocultan en las sombras más
profundas del plano demoníaco. En busca de humanos que pacten con el para ofrecerles la vida eterna,
atados a él en la eternidad.
Cuando un demonio que ha pactado con Naorg'beel y ha llegado a nivel 7, adquiere el conocimiento de la lista de Hemokinesis
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