La
última historia escrita del orbe de los Dragones
Capítulo
1: El Orbe Perdido
Hace siglos, en la mística tierra
de Beldar, la Primera Edad fue una época de esplendor y maravillas. En aquellos
tiempos remotos, los dragones, majestuosas criaturas aladas, surcaban los
cielos con gracia y poder. Su presencia era reverenciada por los habitantes de
Beldar, quienes los consideraban seres divinos que encarnaban la sabiduría y el
equilibrio en el mundo.
Sin embargo, como ocurre con todas
las épocas doradas, la Primera Edad llegó a su fin. Los dragones, sintiendo que
el mundo había cambiado, se retiraron a lugares remotos y ocultos para sumirse
en un profundo sueño. Con el paso del tiempo, las leyendas de los dragones se
volvieron cuentos olvidados, y la existencia de estas majestuosas criaturas
quedó relegada al reino de las fantasías. O eso dicen las leyendas.
Pero en un pequeño rincón de
Beldar, el sabio anciano Arion se negó a creer que los dragones fueran solo un
mito. A través de décadas de estudios y búsquedas incesantes en antiguos textos
y pergaminos, reunió fragmentos de leyendas y pistas que insinuaban la
existencia de un artefacto mítico conocido como el Orbe de los Dragones.
Según las historias, el Orbe de los
Dragones era un artefacto antiguo, olvidado por el tiempo y perdido en algún
lugar de Beldar. Se decía que contenía un poder misterioso y ancestral, capaz
de despertar a los dragones de su largo y profundo sueño. Arion estaba convencido
de que, si lograba encontrar el orbe, podría restaurar el equilibrio perdido
entre los dragones y los habitantes de Beldar.
Durante años, el anciano sabio
rastreó cada pista, viajando a través de tierras inhóspitas y adentrándose en
las profundidades de densos bosques. Su dedicación atrajo la atención de
muchos, algunos lo veían como un visionario con una misión noble, mientras que
otros lo consideraban un lunático obsesionado con quimeras.
Un día, mientras examinaba un
antiguo pergamino en lo más profundo de una biblioteca abandonada, Arion
encontró un mapa que parecía indicar la ubicación del Orbe de los Dragones. La
emoción llenó su corazón, y sin dudarlo, se dispuso a reunir a un grupo de
aventureros valientes y comprometidos para embarcarse en una misión que podría
cambiar el destino de Beldar.
Entre los miembros del grupo estaba
Lorian, un guerrero noble y valiente que había sentido desde joven una conexión
con los dragones. También se unió Lyra, una hechicera astuta y perspicaz, que
había heredado el conocimiento de su familia sobre antiguos conjuros y magia
olvidada. Kael, un hábil ladrón con un pasado enigmático, completaba el grupo.
Sus habilidades en el arte del sigilo y el desentrañamiento de misterios serían
valiosas en la búsqueda del orbe.
Con el grupo formado y sus
corazones llenos de determinación, se embarcaron en un viaje épico lleno de
peligros y desafíos. Atravesaron vastos desiertos, navegando por mares
tempestuosos y explorando antiguas ruinas sepultadas bajo espesos bosques. En
cada paso del camino, se encontraron con obstáculos que pondrían a prueba su
coraje y voluntad.
Sin embargo, el fuego de la
esperanza los mantuvo adelante. Arion compartía historias sobre la Primera Edad
y la estrecha relación entre los dragones y los humanos. Lorian se sentía
inspirado por estas narraciones y soñaba con el día en que presenciaría con sus
propios ojos a un dragón surcar los cielos.
Lyra, por otro lado, se sumergía en
libros y pergaminos durante las noches, buscando desentrañar el significado
oculto tras el orbe y su propósito en la Primera Edad. Mientras tanto, Kael
permanecía más reservado, escondiendo un misterio propio: una conexión oculta
con la antigua raza de los dragones, que solo revelaría cuando llegara el
momento adecuado.
A medida que el grupo se acercaba a
su objetivo, la tensión aumentaba. En cada paso que daban, sentían que estaban
más cerca de desenterrar la verdad detrás del mito y traer de vuelta a los
dragones, pero también eran conscientes de que sus acciones podrían tener
consecuencias imprevistas.
El destino de Beldar estaba en
juego, y solo el tiempo revelaría si Arion y su grupo serían capaces de hallar
el Orbe de los Dragones y, de ser así, cómo afectaría el resurgimiento de los
dragones al mundo en el que vivían. Los desafíos que les esperaban eran
enormes, pero la promesa de revivir la conexión ancestral entre dragones y
humanos era suficiente para impulsarlos a seguir adelante, sin importar lo que
les deparara el futuro.
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