Drassendal
Hace muchos milenios, cuando los
reinos élficos se unieron en paz, la tierra de Beldar albergaba una ciudad que
resonaba con la armonía entre la naturaleza y los habitantes: Drassendal. Era
un lugar de belleza inigualable, conocido por sus jardines que florecían en
colores resplandecientes y sus edificios cuyas estructuras reflejaban la gracia
y la perfección artística.
La leyenda cuenta que en el
corazón de Drassendal, había un árbol ancestral llamado Elenethor, cuyas raíces
se extendían a lo largo de vastos terrenos y sus ramas abarcaban el firmamento.
Elenethor era un símbolo de sabiduría y fortaleza, considerado el guardián del
conocimiento ancestral de los elfos.
Sin embargo, el equilibrio se vio amenazado cuando surgió un gran conflicto entre los sabios y los guerreros de la ciudad. Las diferencias ideológicas dividieron a la comunidad, sembrando las semillas de la discordia. Los sabios, temerosos de la destrucción que el conflicto podría causar, se reunieron para tratar de encontrar una solución pacífica, mientras que los guerreros consideraban que la fuerza era la única vía para asegurar la supervivencia.
A medida que la tensión
aumentaba, una fuerza oscura y desconocida se infiltró en Drassendal,
alimentándose de la discordia y los miedos. Las sombras cobraron vida,
oscureciendo la luz del sol y sumiendo a la ciudad en una noche interminable.
Las plantas se marchitaron, las fuentes se secaron y los habitantes cayeron
presos del miedo y la desesperación.
En medio del caos, Elenethor, el
árbol ancestral, comenzó a perder su esplendor. Su corteza comenzó a
agrietarse, las hojas se tornaron mustias y sus raíces, una vez vigorosas, se
marchitaron lentamente.
Los sabios de la ciudad, con el
corazón lleno de tristeza por el destino de su hogar, buscaron en sus antiguos
textos y en los oráculos una solución para deshacer la maldición que había
caído sobre Drassendal. Descubrieron que la clave para disipar la oscuridad
residía en la unión de los corazones de los elfos y el poder de la sabiduría.
Con un acto de valentía y
desprendimiento, los sabios y los guerreros unieron sus corazones y
compartieron sus enseñanzas, restableciendo así la armonía en Drassendal. El
árbol ancestral, testigo silencioso de este acto de reconciliación, comenzó a
recuperar su vitalidad. Sus ramas se extendieron una vez más, disipando la
oscuridad y restaurando la luz y la esperanza en la ciudad.
Desde entonces, Drassendal ha
sido recordado como un faro de unidad y conocimiento compartido, una joya de
sabiduría y armonía que brilló en los anales de la historia élfica. Las
leyendas de aquellos tiempos antiguos continúan entretejiéndose en los cuentos
élficos, transmitiendo la esencial lección de la cooperación y el respeto
mutuo.
Sin embargo, la sombra regresó, un eclipse siniestro que devoró la luminosidad de Drassendal. La ciudad, antes un símbolo de fortaleza, cayó bajo la influencia corruptora de fuerzas oscuras. La oscuridad, en su despiadado retorno, se llevó consigo la prosperidad y la vitalidad de Drassendal.
Las raíces de esta oscuridad se hunden en una antigua profecía que anunciaba el retorno de
un mal ancestral. Un culto oscuro, conocido como el Círculo Negro, se alzó en las sombras, buscando desenterrar secretos olvidados y desatar caos en Eldorien. Fue esta fuerza nefasta la que orquestó la destrucción de Drassendal, con la intención de abrir portales hacia dimensiones oscuras y desatar horrores inimaginables en Beldar.
Así, Drassendal se convirtió en Catford, un testigo silencioso de la batalla entre la luz y la oscuridad. Las ruinas, ahora envueltas en misterio, albergan uno de los portales que conectan los reinos, siendo un punto crítico donde los aventureros enfrentan los desafíos de las fuerzas que buscan sumir el mundo en sombras permanentes.
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